lunes, 27 de junio de 2016

De amores platónicos y deseos al duende...

Eres miel y eres veneno.

Hoy te vi. Estaba tranquilamente reflexionando acerca de la vida y el cómo vivirla. Veía por la ventana con esperanza de que el mundo me aceptara, abrazaba mi enorme oso como si al abrazarlo más y más fuerte mis deseos se cumplieran al instante. Estaba a la deriva, un pie en el acantilado y el otro sobre el mar, intentando siempre sobreponerme a mi pequeña crisis pero fue en vano, pasaste sobre la banqueta al lado contrario de la calle, llegue a la conclusión de que tu eres ese pequeño empujón que alguien a la deriva necesita, eres miel y eres veneno, eres ese deseo platónico que me empuja del acantilado para caer sobre una constante depresión.

Te deseo como Lili desea ser libre, también te deseo como Anastasia desea a Christian. No sé por que a estas alturas, con mis constantes caídas en el amor, sigo teniendo ese deseo constante hacia ti.
Por fin acepto ante todos que me gustas, me encantas y me enloqueces. Me enloquece tu mirada que me hacer perder el curso del tiempo, tu risa al mismo tono de Mozart, tu olor que es mi droga, el fino rose de tus manos con mi piel, tu voz que me hace pensar que Adele no es nada comparado contigo, tu cabello moldeado por los dioses del Olimpo, tus brazos que en mi mente rodean mi cintura, tus labios que me besan en sueños profundos, tu caminar despreocupado por el mundo que se corrompe día a día. Eres mi miel y eres mi veneno. Te admiro, te deseo, te quiero con la misma intensidad con la que quise a mi primer amor. Se muy bien que jamás tus ojos me verán como yo te veo a ti, jamás tus brazos chocarán con mi cintura, jamás tus labios probarán los míos, que este amor platónico siempre será eso, eres el empujón que me lleva a la deriva y más abajo, eres el veneno que pruebo todos los días sin miedo a caer.
Pero para eso es la vida, para saber caer sin miedo a lastimarse, muero cada vez que te veo, muero segundo a segundo, lloro y me deprimo con el dulce sabor de tu amor pero siempre con esperanza, con  esperanza de tener algo mejor, con esperanza de no ser el único al que mi corazón desee.
Admito que te amo, que te veo siempre que no me ves, que paso a tu lado cada vez que puedo, que te veo a través de las ventanas y que si el duende al final del arcoiris me concede un deseo sería el que tu me beses. Tan simple y tan húmedo.


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