miércoles, 20 de julio de 2016

De sueños oscuros y cuentos raros

No es mi historia... tal vez sea de alguien en algún lugar del mundo.


Vi el cielo azul muy claro, casi transparente, desde mi ventana oí a los pequeños gritar por toda la calle. Respiré profundo. Cerré los ojos y dí un pequeño repaso de porque estaba en ese justo momento a punto de hacer la mayor prueba de valentía de mi vida.

Mis intenciones eran claras y me lo reafirmaba la humedad en mi piel. Para que me puedan entender les explicaré mi historia.

Mi vida no comenzó cuando empecé a llorar sin parar en el hospital si no fue cuando empecé a descubrir quién era en verdad, cuando la vida decidió que ya era hora de golpearme con todo lo que tenía.

Comenzaré mi historia con contarles que, el primer capítulo de mi vida comenzó cuando me enamoré sin imprevisto y restricciones o al menos es una forma de llamarle a la pequeña chispa de atracción que un adolescente siente en su primer amor.

A pesar de ser un chico al que le encanta el romance, mi primer amor no fue así, fue como si una enorme tormenta arrasara con todo lo que había cultivado en mi pequeña vida. Fue momentáneo pero al fin y al cabo, al menos para mí, fue intenso.

Él se fue satisfecho por haber llenado sus necesidades y yo aventé mi corazón al vacío sin saber donde quedaría... al final la cosecha se perdió y mi corazón calló al suelo rompiéndose en mil pedazos.

A partir de ese momento he visto a las sombras comerse mi alma pedazo a pedazo, he visto la oscuridad atravesar mis venas... pero en vez de detenerlos les dí un abrazo de bienvenida. Mi vida fue en caída, vi cada suceso como el final de mis días.

La oscuridad gobernó mi mente llegando a tal grado de querer aventarme yo al vacío... caí más bajo que el nivel del mar y como el fénix resucité poco a poco, momento a momento.

Comprendí, al final de mis días, que a pesar de hacerme fuerte día a día  no quería vivir toda mi vida en la constante lucha contra todos por ser yo mismo, por hacerle saber al mundo, a mis padres, que yo soy alguien normal, que me gustan los chicos y amo la música.

Después de un enorme suspiro escuché un sonoro ¡PUM! y luego nada... había acabado conmigo mismo. Mi existencia como hombre había terminado en esta pequeña estancia en la tierra... me había convertido en un hombre, por fin había terminado con ese pequeño y incesante amor de adolescencia.


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