sábado, 11 de febrero de 2017

AMAR

Amar por primera vez muchas veces nos cambia. Nos seduce en lo más profundo y se incrusta justo en medio del corazón, la razón y el olvido. Cuando es lo suficientemente fuerte jamás se va. Se queda ahí para recordarlo para siempre como una lección o simplemente pasa como un mal recuerdo.



Aún recuerdo lo dulce que se siente el primer amor, como cargamos sobre él todas nuestras esperanzas, sentir esa sensación de soñar despierto y esa particular cursilería que emana sin siquiera pensarlo. Claro que como todos los demás el primer amor tarde o temprano tiene que acabar para convertirse en un recuerdo tan memorable como absurdo.


Si me concedieran el poder de cambiar a mi primer amor por otra persona estoy completamente seguro que no lo haría, no porque sea un dulce recuerdo, porque no lo es, sino más bien por todas las grandes lecciones que me brindó y porque gracias a esas lecciones me encontré a mí mismo.
Fotografía hecha por @unsighted


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